La labor del maestro de Pedagogía Terapéutica

La atención a las Necesidades Específicas de Apoyo Educativo (NEAE) ha supuesto un cambio sustancial en la política educativa de nuestro país en los últimos años, se han aportado y reorganizado los recursos humanos y materiales que hasta este momento ofrecía la escuela para la atención educativa de los alumnos. La escuela abierta a la diversidad exige la ampliación y mejora de los medios personales y materiales existentes; entre ellos nosotros; maestro o maestra de Educación Especial, Pedagogía Terapéutica, Apoyo a la Integración; o como quieran llamarnos.

La labor del maestro de Pedagogía Terapéutica, al igual que la del resto de los profesionales, ha de quedar enmarcada dentro del Proyecto Educativo de Centro y a partir de un trabajo de reflexión y toma de decisiones de todo el equipo docente. Esta intervención se flexibilizará en función del alumnado al que va dirigida, dando lugar a diferentes modalidades de escolarización y atención formativa; de tal manera, que la respuesta educativa a los alumnos y alumnas con Necesidades Específicas de Apoyo Educativo (NEAE) llega a constituir un continuo, recibiendo cada uno una la respuesta educativa que necesite y aquellos recursos que posibiliten su desarrollo óptimo.

Un principio básico que quiero aludir en pro a una argumentación a favor de una perspectiva social, -no específicamente institucional-,que de respuesta a los niños , a sus necesidades, para que puedan adaptarse a los entornos en los que viven y se desarrollan, es el de obligatoriedad e igualdad, como conceptos íntimamente relacionados en nuestro caso. Entendemos que la escolarización es obligatoria para determinadas edades (en nuestro país de los 6 a los 16 años) por lo que debemos incluirlos en un proceso de institucionalización, pero en la que todos los alumnos tienen los mismos derechos y deberes. Es aquí donde se plantea un punto de inflexión que lleva, en definitiva, a la disponibilidad de recursos suficientes, de toda índole, para que la igualdad se haga efectiva. Comporta, por tanto, asimismo, la provisión de recursos humanos que actúen de mediadores para que aquellos principios de integración, normalización e individualización puedan cumplirse de hecho en todos los casos.

Otro aspecto a tener presente, dentro de lo mencionado, es el concepto de alumnos con necesidades educativas especiales, al determinar que el origen de sus dificultades de aprendizaje es de naturaleza interactiva, por lo que estas dificultades son relativas (Echeita, 1988). Esto nos lleva a pensar que el énfasis de las dificultades puede incidir sobre el papel del alumno, sobre el papel del medio, sobre su interacción o sobre un cúmulo de procesos cíclicos que repercuten sobre el alumno, el medio y el proceso interaccionar entre ambos. Podemos percibir claramente que la dificultad para aprender se asocia al concepto de necesidad, pero si tenemos en cuenta que la educación es obligatoria, para determinadas edades, podemos deducir que las necesidades en el ámbito educativo, son impuestas y, por tanto, debe ser el propio sistema el que se transforme, modifique o asuma sus responsabilidades, de manera que la atención a esos alumnos derive en la satisfacción de las necesidades presentadas.

Pérez Gómez (1995) alude que, “los problemas de la práctica social no pueden reducirse a cuestiones meramente instrumentales”, además insistiendo en este argumento, los objetivos que pretenden el desarrollo de habilidades académicas no son los únicos que se explicitan e implementan, sino también aquellos que se relacionan con la adaptación al medio y con el desarrollo personal y social del alumno con necesidades educativas especiales.

Es por todo ello, y ante los nuevos retos sociales y educativos en los que estamos inmersos; la actuación del maestro de Pedagogía Terapéutica se plantea desde una perspectiva inclusiva para la atención de todos y cada uno del alumnado con Necesidades Específicas de Apoyo Educativo (NEAE) en sus aulas ordinarias.

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