Algo más que Inglés - Academia CLAUSTRO

Algo más que Inglés

Que el inglés es el idioma dominador en el mundo es más que evidente. Por ese motivo, la mayoría de alumnos opta por su estudio con vistas a tener más posibilidades dentro del siempre difícil y complicado futuro laboral que se presenta una vez finalizados los estudios.

Sin embargo, eso no quiere decir que solamente de inglés tenga que vivir el hombre: existen otros muchos idiomas que pueden ser también objeto de estudio por parte de los estudiantes y que pueden resultar bastante provechosos de cara a su futuro laboral o, simplemente, para enriquecerse culturalmente ya que, si un alumno es capaz de dominar una lengua que casi ningún otro estudiante habla, tendrá menos competencia a la hora de aspirar a un puesto de trabajo que solicite el manejo de ese idioma en cuestión.

A continuación, realizaremos un recorrido por todo el planeta tomando como referencia los idiomas más inusuales que se pueden aprender en España. De lo más cercano a lo más lejano, hablando desde el punto de vista lingüístico.

Primera parada: una lengua romance que no lo parece

Las lenguas romances o románicas, que derivan del latín, son las más fáciles de aprender para un castellanohablante debido a ese pasado común. También suelen ser las opciones más comunes: francés, portugués, italiano… ¿y el rumano? A pesar de que muchos la ubican entre las lenguas eslavas, lo cierto es que el idioma oficial de Rumanía — con unos 24 millones de hablantes— es también una lengua románica. “Aunque de esa familia, es la más difícil”, advierte José Damián González-Barros, profesor de rumano en la EOI Jesús Maestro. ¿El motivo? “Es lengua irregular, con muchos cambios fonéticos. Los plurales no tienen nada que ver con el español”.

La mayoría de los estudiantes que se apunta a aprender rumano tienen ya un vínculo previo con el país, pero en las casi cuatro décadas que la escuela lleva dando clase de este idioma el perfil de los alumnos ha cambiado mucho. “Al principio, los que venían no sabían nada de Rumanía. Eran turistas y también gente que estudiaba románicas, hispánicas, clásicas…”, explica González-Barros. La situación cambió con la caída del telón de acero y el fin del comunismo; las aulas se llenaron de periodistas.

La tercera vuelta de tuerca llegó a finales de los noventa, cuando los rumanos comenzaron a migrar a otros países de Europa. Entonces los estudiantes pasaron a ser amigos y parejas de rumanos, que querían aprender su idioma. A través de esta evolución hay, sin embargo, una constante. “Los alumnos que estudian este tipo de idiomas no tan conocidos vienen con otra disposición a clase”, asegura el profesor. “Es gente que se apunta porque quiere. Vienen mucho más relajados y con otra filosofía del idioma”.

Certificados B1 y B2 de inglés

Segunda parada: la herencia indoeuropea

El círculo de idiomas fuera de lo común se amplía si subimos un peldaño en el árbol genealógico del castellano. Por encima del latín se encuentra la familia indoeuropea, un enorme paraguas común que abarca la mayoría de las lenguas que se hablan en suelo europeo.

Algunos llegan a ellas por pura pasión por la cultura de un país. Así ocurre con el irlandés o gaélico, idioma oficial en Irlanda junto con el inglés. Es el paradigma de lengua minoritaria si atendemos al número de estudiantes: en todas las Escuelas Oficiales de Idiomas tan solo había ocho alumnos matriculados en el curso 2016-2017, el último con datos disponibles. Sin embargo, la enorme cantidad de recursos que pululan por Internet para aprenderlo, incluso sin la ayuda de un profesor, dan buena cuenta de que quien se engancha, lo hace hasta el tuétano.

Otros son mucho más prácticos en sus motivaciones. Es el caso de las lenguas nórdicas: el danés, el sueco, el noruego, el islandés y el feroés. La pujanza económica de los países escandinavos y su gran calidad de vida los convierten en destinos atractivos en los que plantearse un futuro laboral. “Hay cierta intención de abrir caminos hacia el norte”, explica Hannu Arvio, del Institut Nòrdic, un centro en Barcelona especializado en estas lenguas por el que cada año pasan unos 400 alumnos. “Son idiomas germánicos, por lo que si ya sabes inglés el camino es más fácil”. Los que más interés despiertan, explica, son el sueco (por ser el país escandinavo más grande) y el noruego (por ser el que más oportunidades de trabajo ofrece).

Tercera parada: en territorio desconocido

“Toda la vida diciéndome que estudie inglés y voy y me meto a aprender húngaro”, ríe una de las alumnas de la EOI Jesús Maestro. Están a punto de comenzar la clase y hacen recuento de los motivos que les han empujado a volver al aula: una de ellas estudia lingüística aplicada en la universidad y busca un desafío, otra viene de Turquía pero su pareja es húngara… Su profesora, Ágnes Stieger, les escucha con atención. “Con estos idiomas, te encuentras gente muy diversa”, asegura. Por sus clases han pasado desde turistas enamorados de Hungría hasta catedráticos que llegaban en busca de “los placeres de la gramática”.

La tarea de aprender húngaro es, desde luego, un auténtico reto. No es un idioma indoeuropeo, sino que pertenece a la familia de las lenguas urálicas, por lo que encontrar referencias comunes a la hora de estudiarlo es tarea imposible. Además, es un idioma aglutinante, en el que las palabras se forman uniendo distintos elementos independientes, por lo que hay que trocearlas para entender lo que se quiere decir. Pero lo más importante, apunta la profesora, es entender cómo piensan los hablantes de ese idioma. “No es suficiente con aprender la gramática. Nosotros los húngaros somos muy directos, pero muy corteses. Por eso el idioma es muy directo. Al aprender una lengua, es importante comprender la cultura y la mentalidad de su gente”.

Dentro de la familia de las urálicas también se enmarca el finés, más difícil de estudiar que las lenguas nórdicas. Hannu Arvio, que da clases de este idioma en el Institut Nòrdic, lo compara en cierto modo con el euskera para explicar su complejidad.

Cuarta parada: borrar fronteras en otros continentes

Aprender una lengua es un camino directo para acercarse a la historia y a la cultura de un país. La ajena, pero también la propia. En las clases de hindi de Maximilian Magrini Kunze, en el Centro Superior de Idiomas Modernos de la Universidad Complutense de Madrid, hay una gran mayoría de españoles que tienen algún contacto con la India por cuestiones laborales o de ocio. Pero también parejas mixtas y personas adoptadas que proceden de la India y quieren recuperar su legado cultural y lingüístico a través del hindi.

El profesor apunta primero la parte fácil del hindi, que procede también de la rama indoeuropea: el sistema de escritura es muy regular (se puede aprender un apenas un mes) y la gramática es “un placer”, pues cada regla apenas tienes excepciones (por ejemplo, solo hay cuatro verbos irregulares). “Lo más difícil es el léxico”, explica. “Para cada palabra tienes muchos sinónimos que significan lo mismo, pero que se utilizan en distintos contextos”.

Las clases de swahili despiertan especial interés entre turistas y cooperantes, pues el idioma se habla de forma oficial en varios países africanos. “La gente viene con ganas y quiere aprenderlo”, asegura el profesor. “Es una riqueza para los alumnos”.

Como puede observarse, la gama de lenguas a la que recurrir para poder abrirse camino en el mundo laboral, para enriquecerse culturalmente o para cubrir cualquier otra necesidad personal es mucho más amplia y variada que únicamente el inglés.

Fuente: El País / RDJ

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