La trampa del texto periodístico en Selectividad
Categorías: Selectividad, PEvAU
Cuando los alumnos se enfrentan al primer examen de la prueba PEvAU (antigua Selectividad), es decir, al de Lengua castellana y Literatura II, la tendencia masiva es optar por realizar la opción en la que aparezca el texto periodístico (siempre y cuando esté presente en una de las dos opciones).
Ante la creencia de que este tipo de textos es siempre más sencillo que cualquier poema o fragmento narrativo o teatral de las obras literarias propuestas como lecturas recomendadas, son multitud los estudiantes que no dudan ni un instante en decantarse por el artículo o editorial en cuestión. Completamente cegados por dicha creencia y, a veces, por el hecho de no haber querido realizar el esfuerzo de leer durante el curso las obras literarias aconsejadas, se enfrascan en el comentario del texto periodístico en el examen de la prueba. Lo que no saben es que, en numerosas ocasiones, dicho texto se convierte totalmente en una auténtica trampa o “ratonera”.
Justo eso fue lo que sucedió, sin ir más lejos, en la convocatoria de junio del año 2017 en Andalucía. Los estudiantes respirarían aliviados al comprobar que habían tenido la suerte de que apareciera un texto periodístico. Sin embargo, minutos más tarde y tras la lectura del texto, sus caras seguro que cambiaron, pasando de reflejar una sonrisa de alegría a una expresión de asombro, sorpresa y miedo. El texto era un artículo publicado en InfoLibre el 02/03/2017 y estaba firmado por Miguel Ángel Llamas. Se titulaba “Los intereses creados” y era el siguiente:
Los intereses creados
El título de este artículo no alude a la famosa obra de Jacinto Benavente: es más literal que literario. El fraude bancario que ha abierto un nuevo y enésimo frente judicial a la banca consiste en crear intereses de la nada. O, mejor dicho, en crear intereses con base en cláusulas abusivas incluidas en préstamos hipotecarios que comienzan a ser anuladas por los juzgados. Varias entidades financieras, algunas con carácter generalizado, modificaron la duración del año en la fórmula aritmética para incrementar artificialmente el importe de las cuotas. Dividiendo por 360 (el denominado año comercial) en lugar de por 365, la banca obtiene de sus clientes centenares de millones de euros. El fraude del método 365/360, del que informó este periódico el lunes, se une a una innumerable lista de abusos bancarios cometidos en la comercialización de préstamos hipotecarios: cláusula suelo, IRPH, intereses moratorios, vencimiento anticipado, cláusula de gastos… La acumulación de tantas cláusulas y prácticas abusivas responde a un modelo jurídico-político de contratación diseñado para maximizar los beneficios privados de la burbuja hipotecaria-inmobiliaria.
Pero, ¿cómo es posible que no hayan funcionado los controles preventivos y que incluso a día de hoy no existan respuestas institucionales eficaces para proteger los derechos de los consumidores? No parece existir en España una cultura jurídica de protección de los consumidores. Salvo valiosas excepciones, jueces, notarios y registradores de la propiedad no han cumplido sus funciones de control de cláusulas abusivas. Un ejemplo puede ser revelador. La jurisprudencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea impone a los jueces la obligación de controlar las cláusulas abusivas, pero en España rara vez un juez ha actuado de oficio.
La mentalidad de los principales operadores jurídicos sigue marcada por la igualdad contractual y la justicia rogada, esto es, obvia la asimetría de poder inherente a la contratación con consumidores. La cuestión de la cultura jurídica exige poner encima de la mesa el debate sobre la democratización del acceso a las profesiones jurídicas y el replanteamiento de la formación de los juristas. No es casual que en nuestro país una disciplina como la sociología jurídica, que permite comprender el Derecho en sus relaciones con la sociedad, no haya tenido apenas recorrido académico. Los juristas no pueden ignorar por más tiempo que lo jurídico es trasunto de los intereses creados. Por otro lado, la autonomía institucional del Banco de España ha supuesto un fracaso en la protección de la clientela bancaria. La pasividad del Banco de España con los fraudes bancarios parece guardar conexión con el fenómeno muy estudiado de la captura del regulador, en este caso por las entidades financieras, lo que debería hacernos reflexionar sobre la necesidad de democratizar integralmente nuestra institucionalidad para que responda al interés general. Aunque lo cierto es que las Administraciones Públicas competentes en materia de consumo tampoco han estado a la altura.
La proliferación e impunidad de los abusos bancarios debe enmarcarse en una dinámica más amplia de promiscuidad entre los poderes públicos y los poderes privados. Esta connivencia resulta evidente en el funcionamiento de las antiguas cajas de ahorro, pero también puede advertirse en el conjunto del sistema bancario y económico. La pasividad de los poderes públicos con los fraudes bancarios es el resultado de un entramado político-económico que genera incentivos perversos. Algunos de estos dispositivos –legales o no– de corrupción sistémica son la financiación bancaria de los partidos políticos, las puertas giratorias, la participación bancaria en la compra y venta de deuda pública (algunos bancos son legalmente creadores de mercado), la creciente presencia de las entidades financieras en las políticas públicas y, no menos importante, la participación accionarial de la banca en los grandes medios de comunicación.
Permítaseme ahora el recurso literario: los fraudes bancarios son consecuencia de los intereses creados en la farsa democrática, una jocosa comedia para los banqueros y un drama cotidiano para millones de personas.
Miguel Ángel Llamas, InfoLibre (02/03/2017)
¿Dónde radicaba la dificultad del artículo para los estudiantes? ¿Por qué se vieron sorprendidos? ¿Qué provocó que sus notas en ese examen fueran, finalmente, más bajas de lo esperado?
En primer lugar, el léxico usado en el texto: abundaban los términos relacionados con la economía y con el ámbito de la política, de los bancos y de las finanzas y estos tecnicismos causaron estragos en los alumnos, muy poco dados a prestar atención a las noticias de los informativos cotidianos y a estar pendientes de lo que ocurre en la sociedad que los rodea. Fueron numerosos los estudiantes que después se quejaron de que no habían entendido bien el texto, de que el vocabulario era muy complejo. Salvo un par de palabras que podrían considerarse, realmente, más difíciles de entender, las demás eran términos que uno lee y oye cada día en periódicos, radio o televisión.
El segundo motivo, relacionado con el anterior, es que los alumnos no tuvieron en cuenta que para realizar un comentario no hace falta comprender absolutamente todas las palabras que aparezcan en el texto: lo fundamental es saber identificar las ideas más importantes que vienen expresadas y reflejadas. Para eso no es imprescindible entender cada una de los términos usados.
El tercer y último motivo, confesado por los propios estudiantes, es que no sabían de qué opinar ya que se trataba de un tema del que no poseían casi ninguna información. ¿No fueron capaces de comprender que en el texto se hablaba de la complicidad entre políticos y grandes entidades bancarias, de los abusos cometidos por los bancos en cuanto a las hipotecas y de la indefensión de los ciudadanos ante dichos abusos, o de los desahucios y del sufrimiento de las personas que pierden sus hogares? Como se ve, el texto daba mucho para comentar, pero los alumnos habían quedado ya en tal estado de “shock” al leer el texto y comprobar el léxico empleado en él que no fueron capaces de reaccionar para poder hacer un comentario medianamente decente.
En definitiva, esto demuestra que no siempre el texto periodístico es la panacea para los estudiantes ni una especie de regalo caído del cielo para que puedan obtener una buena calificación en el examen y que es fundamental llevar bien preparadas las obras literarias recomendadas por si, llegado el caso, hay que realizar la opción en la que aparezca un texto literario. Se trata de eso o de exponerse al riesgo de verse atrapado en la “ratonera”.
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Autor: RDJ
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