Comienzo del curso universitario del COVID-19

Comienzo del curso universitario del COVID-19

El comienzo del nuevo curso en la universidad Hispalense viene precedido de dos importantes polémicas. Una de carácter institucional, que atañe a cuestiones de financiación; y otra, dentro de la propia comunidad universitaria, que meses atrás mostró su disconformidad con algunas de las medidas fijadas para el nuevo ejercicio académico.

La Universidad de Sevilla, como la mayoría de universidades españolas, ha apostado por la «máxima presencialidad«. Así lo recordó su rector, Miguel Ángel Castro, en la comparecencia que ofreció ante los medios el pasado jueves. No obstante, las medidas de seguridad establecidas para hacer frente al Covid-19 impiden que este modelo se pueda desarrollar al 100% en todas las facultades, de ahí que se haya decidido aplicar una enseñanza semipresencial y rotatoria que implica un gran despliegue de medios técnicos.

En esa dotación ya son conocidas las 665 cámaras que esta semana se acabarán de instalar en las aulas. Servirán para que los alumnos que deban permanecer en sus domicilios reciban las clases en directo, mientras el profesor las imparte a los estudiantes cuyo turno sea presencial. En este punto conviene tener en cuenta que el modelo seguido por la US permite que los universitarios de un curso se puedan dividir hasta en cuatro subgrupos, un concepto nuevo -que sustituye al de grupo- y que ha traído la pandemia.

Cada facultad organizará los centros atendiendo al volumen de matriculados, instalaciones y características de sus enseñanzas. Así, las aulas podrán estar al 50%, 33% y 25% de su aforo, para cumplir con la distancia de seguridad. Por tanto, habrá dos, tres y hasta cuatro subgrupos de alumnos que irán rotando a la hora de recibir las clases presencialmente. Castro aseguró que este lunes 5 de octubre, cuando se inicia oficialmente el curso, todos los universitarios deben conocer ya el turno al que pertenecen, una información que muchos jóvenes habían reclamado al no tener constancia de ella hace escasos días.

Algunas facultades ya han anunciado que sus clases serán 100% presenciales, como es el caso de Ingeniería de la Edificación, que cuenta con aulas de gran tamaño y un número de estudiantes no demasiado elevado, lo que permite mantener el modelo clásico de enseñanza. Otros centros también aplicarán la presencialidad total en sus clases prácticas.

Respecto a las cámaras -origen de una de las polémicas- los docentes no están obligados a usarlas. Su utilización, aunque conveniente, es opcional. Los profesores que las descarten habrán de recurrir a otras herramientas digitales que la Universidad pone a su disposición para que los alumnos reciban las enseñanzas de forma on line.

Además, a la hora de acceder a las aulas y otros espacios de las facultades, el registro de entrada y salida de los estudiantes se hará mediante un código QR que deberá ser escaneado por los asistentes, el cual, mediante el teléfono móvil les llevará a la web de la US donde habrán de indicar, en un cuestionario, si salen o entran y el puesto que han ocupado. Estos datos permitirán, en caso de que se produzca un contagio, conocer los contactos estrechos del alumno, que deberá permanecer en todo momento con la mascarilla colocada. En los colegios, por ejemplo, este rastreo se facilita por medio de los grupos burbuja.

No todas las facultades contarán con este sistema, de ahí que muchas opten por el modelo tradicional, aunque con un protocolo preciso. De esta manera, los alumnos, antes y después de apuntar su nombre y asiento en la hoja de registro, habrán de lavarse las manos con hidrogel. Este documento se custodiará en una caja durante 21 días. Sólo se hará uso de él si el servicio de prevención de riesgo laborales lo solicita al detectarse un contagio. Pasado dicho plazo, las hojas de registro se destruirán.

Como ocurrió en la Pablo de Olavide (que comenzó el curso el 21 de septiembre) y en colegios e institutos, la US se ha dado el margen de una semana para arrancar las clases, que empezarán de manera escalonada. Se trata del inicio más tardío de los últimos años. La intención es que durante estas primeras jornadas los alumnos -especialmente los de nuevo ingreso- conozcan el protocolo de seguridad diseñado para este curso tan complejo y que se adapten a él. Por tanto, las clases tendrán su pleno desarrollo a partir del martes 13 de octubre, después del puente del Pilar.

El curso empieza con más de 52.000 matriculados, aunque la previsión es que esta cifra supere los 60.000 cuando se cierren los plazos para másteres y doctorados, una cantidad que no dista demasiado de las registradas en ejercicios académicos pasados. La incidencia del Covid sí se percibe, por contra, en los datos de movilidad del estudiantado. Hasta el momento, el número de alumnos que pasarán el curso entero y el primer semestre en universidades extranjeras alcanza los 886. La edición anterior (sumados los del segundo semestre) llegó a los 1.415, es decir, casi el doble y que resultará difícil lograr. En cuanto a los que llegan, la cifra actual es de 1.163, mientras que el año pasado por estas fechas ya se rozaron los 1.400. Unos números que, pese a ser menores, deben valorarse positivamente si se atiende a las circunstancias actuales, que hacen sopesar la conveniencia de salir fuera a estudiar, al margen de las restricciones establecidas para ello.

Por lo tanto, el curso universitario en la US se inicia en medio de un contexto de reivindicación, de incertidumbre y de conversión tecnológica. Un curso, sin duda, difícil, atípico y complejo en la Universidad de Sevilla; una prueba fuego de fuego más en la larga historia de la institución.


Fuente: Diario de Sevilla

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