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Exámenes y alimentación

Si un deportista cuida minuciosamente su alimentación como base para lograr sus objetivos, ¿por qué un alumno que se encuentre inmerso en plena época de exámenes no debería cuidarla también para que su cerebro rinda al máximo en esos momentos académicos tan duros?

Una buena alimentación es fundamental para el ser humano, pues de ella depende en gran medida que el organismo funcione correctamente. El hecho de optar por una alimentación sana y equilibrada hace que mejore el funcionamiento tanto de nuestro cuerpo como de nuestra mente.

Los estudiantes cometen el error de descuidar la nutrición en aquellas etapas del curso en las que se ven agobiados por los exámenes y terminan comiendo poco y mal. Y, sin embargo, es justo en esos momentos cuando la mente necesita más “combustible” y la dieta, además de controlar el estrés, influye directamente en los resultados: cuanto mejor se come, mejor es el rendimiento académico.

Un estudio, que se realizó con cerca de mil alumnos de la Universidad de las Islas Baleares y que fue publicado en la revista Public Health Nutrition, señala que la dieta de estos universitarios era pobre en cereales, frutas y verduras, pero abundante en carne procesada, dulces, refrescos y snacks. Comer sano no es una preocupación extendida en los campus.

Según una encuesta llevada a cabo en 2018 sobre el estilo de vida de los universitarios y realizada por la empresa Sodexo en seis países (España, Estados Unidos, Italia, Reino Unido, China e India), solo un 26% de los alumnos españoles considera “esencial” comer sano. Es el segundo porcentaje más bajo, por detrás de Reino Unido (19%). Un 61% dice que lo intenta, mientras que un 15% o no lo hace aunque sabe que debería o directamente ni le preocupa.

En época de exámenes, estos malos hábitos empeoran.

Desde dos puntos de vista, apunta la pedagoga Marta Romo: “La calidad de lo que se come y el tiempo, el que se dedica a preparar la comida y sobre todo el de consumirla”. Los estudiantes cometen fundamentalmente cuatro errores, explica Narelia Hoyos, miembro del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas: “Seguir unos horarios irregulares por la falta de tiempo, calmar el hambre con preparados y refrescos de las máquinas expendedoras, consumir en exceso bebidas con cafeína o estimulantes en lugar de agua y recurrir a la comida rápida, que tiene escaso aporte nutritivo y provoca sensación de cansancio”.

Cuanto más sana es la dieta, mejor es el rendimiento académico.

Así lo apunta un estudio publicado en 2015 en la revista European Journal of Nutrition. Investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid, la Universidad de Cádiz y el CSIC analizaron a un grupo de 1.371 alumnos de entre 12 y 14 años para averiguar qué relación había entre sus notas y su adherencia a la dieta mediterránea. La investigación concluye que los alumnos con una adherencia media o alta tenían un rendimiento académico “significativamente mejor” que aquellos cuya adherencia era baja. Esta relación positiva se establece, según el estudio, con independencia de otras variables, como el índice de masa corporal o el nivel de actividad física.

¿Qué hay que comer, entonces, para potenciar el rendimiento?

No hay alimentos milagrosos ni suplementos que pongan tu cerebro a mil por hora. Al contrario, se trata de comer sano y variado para que al cuerpo, en este momento de exigencia, no le falte de nada. La fórmula consiste en tener una buena base, que se consigue durante el resto del curso, y unas buenas reservas, que se refuerzan en época de exámenes. Existen dos listas paralelas: la de los nutrientes que más se necesitan en exámenes y la de los alimentos para conseguirlos. Los nutrientes esenciales para el rendimiento son todas las vitaminas del grupo B, sobre todo la B12, y D. También magnesio, selenio… todos ellos actúan sobre el sistema inmune y ayudan al metabolismo a conseguir energía.

Por lo tanto, los alimentos más recomendables serían las legumbres, la soja y los frutos secos por su aporte graso; las frutas variadas como base fundamental, las verduras de hoja verde (espinacas, lechuga, acelgas…) por la enorme cantidad de nutrientes que proporcionan; yogures y complementos como la jalea real o los probióticos para ayudar a regenerar la flora intestinal, pues en época de exámenes el aparato digestivo tiende a desajustarse. Por supuesto, nunca hay que olvidar una buena hidratación.

“Las comidas ligeras y saludables nos proporcionan los nutrientes y agua necesarios para un rendimiento óptimo”, apoya Narelia Hoyos, que también preside el Colegio de Dietistas-Nutricionistas de Cantabria. Y al contrario, explica la experta. Las que tienen un alto contenido en grasa provocan cansancio y falta de energía. Las saladas generan “sensación de sed y aturdimiento por la deshidratación que provocan”. Y los alimentos con muchos azúcares simples (como chocolates o bebidas azucaradas) dan una sensación de chute de energía que se desvanece rápido, pues “en cuanto el cuerpo detecta la subida de azúcar en sangre, las hormonas se encargan de bajarlo”.

Como puede observarse, una buena nota no depende solamente de la cantidad de horas que un alumno haya estudiado, sino también de la atención que le haya prestado a la alimentación.


Fuente: El País / RDJ

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